“Abraza
con fuerza, el regalo divino de la eternidad”.
Amados hermanos y amigos en Cristo, aquel que sabe
que Dios es bueno, ve su obrar, confía en que él está su lado y vive seguro, con
gozo, abrazado a esa grandiosa verdad; tiene mente de reinado espiritual, corazón
de adorador y su mirada está fija en los cielos; porque sabe que el Dios Eterno
guarda su alma hasta la eternidad. Amén.
Quien no tiene a Dios como faro de luz en su vida,
es alguien triste, rutinario, cíclico, que tiene muchas fronteras y
limitaciones en su mente, es incapaz de apreciar las diferencias entre el día
de hoy con el de ayer y menos tendrá un mañana de esperanza.
El Nuevo Diccionario bíblico nos dice que la Biblia no ofrece una
definición de la palabra Eternidad. Es
la filosofía la que nos explica que la eternidad “no tiene antes ni después, es
una duración continua, simultánea, inmóvil, infinita, condensada, por así
decirlo, en un ahora realmente indivisible” (Enciclopedia
Espasa-Calpe, Tomo 22, pág. 1187).
Leamos estas dos enseñanzas: … Salmos 106: 48Bendito Jehová Dios de Israel, Desde la eternidad y
hasta la eternidad; Y diga todo el pueblo, Amén. Aleluya. … Eclesiastés
3…10Yo he visto el trabajo que Dios ha
dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y
ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a
entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
En ambos textos
Dios nos revela que si los hombres creemos en un más allá, es porque él
como Creador lo puso en el interior nuestro. Habiendo comprendido que la eternidad no puede ser
razonada sino creída, los cristianos
para alcanzar realmente la paz interior que necesitamos, tenemos que reconocer
la eternidad de Dios para comprender el ofrecimiento que él nos brinda lo cual
nos permite tener acceso a los bienes celestiales.
1Pedro 1:5-8 ,10…:10Por lo cual, hermanos, tanto más
procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas,
no caeréis jamás. 11Porque de esta manera os será
otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo.
Leyendo
los versículos anteriores de 1 Pedro 1:5-8, nos damos cuenta que nuestra fe
sola no es nada, sino, que necesita que le añadamos las cualidades divinas
tales como la virtud, el conocimiento, el dominio propio, la paciencia, la
piedad, el afecto fraternal y el amor. Es por esta razón que todos los
cristianos que en verdad hemos creído en Jesucristo nos esforzamos cada día por
crecer espiritualmente en nuestras vidas.
“Aquel que está consciente de que vive en la eternidad del Dios, es alguien próspero
en Cristo, alguien que día a día avanza en bien propio y de los demás, es humilde,
modesto, sencillo, pero seguro de que al vivir con mente de eternidad y bondad
de Dios es un “Hombre o Mujer Sin Límites”, conocedores de esta expresión: Romanos
8:31,35,37-39 …31¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios
es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él
todas las cosas?....35¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación,
o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?... 37Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38Por lo cual estoy seguro de que ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro.
Pablo manifiesta su fervor como creyente y fiel siervo,
que no se detenía ante Nada ni por Nada que humanamente fueran obstáculos que
intentaran amenazar su vida o detener el propósito divino que había en él. Como
Moisés, Pablo también se sostenía como viendo al Invisible, sabía a quién
servía y por tanto estaba resuelto a vivir hasta el final de sus días haciendo
la voluntad de Dios.
De igual
manera que en el pasado, Dios hoy por medio del Espíritu Santo está llamando, buscando, uniendo a hombres y
mujeres fervientes, adorares verdaderos
para que le sirvan y sean capaces de llenar al mundo de su verdad y su
justicia eterna revelada en su palabra.
Deseo que mi Dios te bendiga si al finalizar este
estudio decides ponerte en su voluntad y te has dado cuenta de que puedes decir
que tu Dios es mi Dios, entonces abraza con fuerza, el regalo divino de la
eternidad. Ya somos dos, pronto seremos muchos más dispuestos y confiados a ser
usados por Cristo. La paz y el amor de nuestro Señor sean para con todos sus
hijos fieles en todo el mundo. ¡Amén!
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